martes, 22 de julio de 2014

Editorial

Bullying, ¿Consecuencia de un sistema injusto?

Al momento de hablar acerca de bullying nos situamos dentro de los establecimientos educativos debido a que este fenómeno ocurre únicamente allí. En la relación entre pares, estudiantes, alumnos, se manifiesta la problemática que, como plantea Dan Olweus (pionero en la utilización del término) “es una conducta  de persecución física y/o psicológica de un/a alumno/a contra otro/a” y tiene en sus características, como remarca Olweus, “una repetición en los incidentes a lo largo del tiempo”[1].
Sin embargo, su causa radica fuera de los colegios. Cuando comenzamos a profundizar en el problema nos encontramos con un contexto social que padece la violencia, y que repercute en cualquier ámbito o espacio público.
Esta violencia social comienza en las injusticias proporcionadas por el sistema en el que vivimos, el cuál produce grandes brechas dentro de una sociedad. Estas diferencias que se evidencian en la falta de posibilidades, que un amplio sector no puede acceder, y ante la poca esperanza de progreso, condiciona a un estado de violencia.
No obstante, vale mencionar que el bullying no distingue clases sociales, ya que aparece tanto en instituciones públicas como privadas, pero, está enmarcado dentro de un contexto que lo determina. Y es por eso, que este fenómeno escolar tiene como una de sus características principales, discriminar y no aceptar al otro por tener diferentes gustos y/o pensamientos.
El bullying no es un fenómeno aislado, es consecuencia de una sociedad, en el cual los valores pierden significancia, en donde el otro no interesa y en el que cada uno aporto desde su indiferencia, para la construcción de esta problemática.  
Por lo tanto, el panorama que presentan nuestras ciudades con sectores desprotegidos, marginados y direccionados a un rincón sin tener posibilidad de salir de ahí, es la misma que ocurre dentro de los colegios con las victimas del bullying. Estos chicos sufren el acoso constante de un hostigador, como un pibe de barrio sufre la discriminación de la sociedad, lo cual, como manifiesta Olweus: “Sitúa a la víctima en una posición de la que difícilmente pueda salir por sus propios medios”.[2] Estas relaciones de violencia provocan en el agredido efectos negativos y dificultan su integración.
La violencia va ocupando varios espacios. En similitud con lo que sucede en las escuelas, podemos observar como en el fútbol también se presenta. Si bien allí, contiene un entramado político, económico que no ocurre con el bullying pero que nos permite visibilizar el núcleo en cuestión.
Frente a esta problemática, no debemos ir exclusivamente hacia los colegios para desentramarla. Sino que debemos plantearnos como sociedad, nuestra relación con el otro y poder proyectar un progreso colectivo que incluya a todos. Además, trabajar en conjunto para fortalecer la unión, solidaridad, compañerismo y poder aceptar al otro en sus gustos, formas, pensamientos, para no crear diferencias.
A partir de una construcción solidaria entre todos, podríamos hablar que en los colegios no exista más bullying. Pero, mientras continúen existiendo clases oprimidas que no puedan progresar, en cuanto se estigmaticen a los pibes de barrio por su vestimenta y forma de expresarse y en tanto las injusticias sociales sigan golpeando a los pueblos, la violencia en las escuelas continuará.





[1] Recuperado de: http://www.xtec.cat/~jcollell/Z01Quees.htm
[2] Recuperado de: http://www.xtec.cat/~jcollell/Z01Quees.htm

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